domenica 30 gennaio 2011

El quinto, no (te) matarás

Con metáfora en mi opinión no brillantísima, Sandor Marai compara su condición de exiliado desde 1948 con la de Rodrigo de Triana en el momento en que divisa las costas de las Indias. De ahí el título ¡Tierra, tierra! del segundo volumen de sus memorias (1944-1948), que termina con su salida de Hungría.

Me habían hablado muy bien del libro (Salamandra, 2006), pero me ha decepcionado un poco. Encuentro, por parte de Marai, mucho discurso pretencioso sobre su propio ánimo y muy poca sustancia narrativa, muy pocos hechos.

Lo que peor sabor de boca me ha dejado es una idea que aparece en cierto momento, a propósito del establecimiento del comunismo en Hungría: Fulano, Mengano, etc., se han suicidado o han intentado hacerlo, luego el comunismo es malo. No digo que una y otra cosa no tengan nada que ver (aunque se puede decir de modo más sazonado: véase la película La vida de los otros, por ejemplo), ni que el comunismo sea bueno. Pero es que el suicidio es peor. Por lo demás, el propio Marai, cuarenta años después de abandonar Hungría y marchar a Estados Unidos, también se ha suicidado, y yo no deduzco de eso que la democracia americana sea mala.

El suicidio es una cosa demasiado seria para hacer de él un instrumento de disputa política. El suicida es siempre un insensato, pero en su insensatez desafía cosas muy serias, mucho más serias que un sistema político. Para empezar, desafía en su raíz el mandato bíblico de amar al prójimo como a uno mismo: porque, según ese mandato, nada me impediría matar al prójimo, si para mí quiero la muerte. Qué decir de ese frágil castillo de naipes que es el imperativo categórico de Kant.

No voy a seguir por ahí, porque yo de estas cosas de razón práctica entiendo poco. Me quedo tranquilo pensando que, en el paso del Antiguo al Nuevo Testamento, el “mandamiento nuevo” de Jesucristo habla no ya de amar al prójimo como a uno mismo, sino como él (Jesús) nos ha amado. Pero no deja de inquietarme la realidad del suicidio, que dicen que en algunos países es la primera causa de muerte entre los jóvenes.

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