sabato 30 marzo 2013

La Pietà de Gerardo Diego

El Sábado Santo es santo por Jesús muerto, pero también por la Virgen. Me gusta recordarla hoy con un breve fragmento de un Viacrucis que publicó en 1931 el poeta santanderino Gerardo Diego: las dos décimas de la penúltima estación, en la que se contempla el momento en que el cadáver de Jesús, desclavado de la cruz, es entregado a la Virgen.

Gerardo Diego (1896-1987) es uno de los compañeros de Salinas y García Lorca en la generación del 27.


Penúltima estación

He aquí helados, cristalinos,
sobre el virginal regazo,
muertos ya para el abrazo,
aquellos miembros divinos.
Huyeron los asesinos.
Qué soledad sin colores.
Oh, Madre mía, no llores.
Cómo lloraba María.
La llaman desde aquel día
la Virgen de los Dolores.

¿Quién fue el escultor que pudo
dar morbidez al marfil?
¿Quién apuró su buril

en el prodigio desnudo?
Yo, Madre mía, fui el rudo
artífice, fui el profano
que modelé con mi mano
ese triunfo de la muerte
sobre el cual tu piedad vierte
cálidas perlas en vano.

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