venerdì 22 febbraio 2008

Una biografía de altos vuelos

Lindbergh, de A. Scott Berg (Plaza Janés, 2001), es quizá la biografía que con más gusto he leído en toda mi vida. Dicho esto, añado que Kate, otro libro del mismo autor que abordé poco después, es uno de los más cursis que recuerdo haber tenido nunca entre las manos. Charles Lindbergh me era antipático y ahora me resulta simpático, y Katharine Hepburn al revés: en ambos casos el mérito es de Scott Berg, quien, sin embargo, admira ciegamente a la actriz y no ahorra puyas al aviador.

Hablaré sólo de la biografía de éste, por tanto. Prolijamente documentada, reconstruye con hábil meticulosidad los grandes hitos de la vida de un hombre singular, un auténtico icono del sueño americano: su vuelo transoceánico (1927), su boda con Anne Morrow (1929), el secuestro de su hijo Charlie (1932), su neutralismo militante en los primeros años de la guerra (1939-41). Más un antes y un después —hasta su muerte en 1974— que tampoco carecen de interés (sobre todo el antes: las últimas páginas me parecen las menos afortunadas).

El libro, premio Pulitzer en 1999, tiene una posthistoria un tanto penosa. Anne Morrow Lindbergh, viuda del aviador y conocida escritora, que había ayudado a Scott Berg en su trabajo, murió en 2001. Pasaron otros dos años y se hizo público que Lindbergh, que con Anne había tenido seis hijos, era padre de otros tres en Alemania: la madre de éstos, fallecida también poco antes, era una sombrerera con la que había mantenido una relación secreta en los años cincuenta, con ocasión de sus viajes, entonces frecuentes, a Europa. Scott Berg lo ignoraba, pero no hay que excluir que Anne estuviera al corriente.

A este libro asocio When You're Gone, una canción de Cranberries que escuché a menudo mientras lo leía (la lectura es, entre otras cosas, sensación, o al menos eso pienso yo), también porque, inevitablemente, me habla de los sentimientos de Anne Lindbergh durante las ausencias de su marido. En la foto les vemos en 1931, en tiempos felices. De ella recuerdo ahora un libro estupendo, Listen! The Wind (1938).

Ya puestos, invito a oír también Crime of the Century, de Supertramp. Supongo que a los jóvenes actuales el “crimen del siglo” no les suena a nada. A mi generación le suena a esa canción. Para la de nuestros padres y abuelos era algo mucho más concreto: era el secuestro y asesinato de Charlie Lindbergh, al que siguió el “juicio del siglo” y la condena a muerte del acusado, Bruno Richard Hauptmann.

Nessun commento: