Si yo fuese usted…, de Julien Green,
plantea esa aspiración como un objetivo perfectamente alcanzable. Fabien, el
protagonista, se decide un día a ser Poujars, su jefe, y con un sencillo truco
se convierte en él. “Arte diabólica es”, hay que decir con el portugués
moratiniano. Sí, diabólica, y no solo por la condición de Brittomart, el
personaje que otorga ese poder a Fabien, sino también porque, en sus sucesivos
avatares (Poujars es el primero de cuatro), Fabien descubrirá que las
apariencias engañan: el rico tiene mala salud, el hombre apuesto detesta a su
mujer… La triste realidad que descubre Fabien en su viaje a través de las almas
es que nadie está contento con lo que tiene. Es decir, que Brittomart le ha
engañado.
Pero hay más. Con sus metamorfosis, Fabien va
perdiendo su propio yo. Llega un momento en que desea ser él mismo, porque advierte
que ya no lo es, pero ¿cómo
reencontrarse?
Si yo fuese
usted… es de 1947: estamos a mitad de la larga vida de Julien Green
(1900-1998). ¿Qué tendría Green en su mente cuando escribió esta novela? No lo
sé: no conozco bien su vida. Solo sé que, nacido protestante, se había
convertido muy joven al catolicismo, para alejarse de la religión en 1929,
aunque luego lentamente había vuelto a la fe. En los años sesenta se sentirá
tan católico que se quejará de los cambios que Pablo VI, tras el Concilio,
había introducido en la liturgia, que a él, converso, le parecían una
protestantización del rito católico, un regreso forzoso al protestantismo.
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