No me parece
que las novelas de Joseph Roth (1894-1939) puedan calificarse de excepcionales.
Sin embargo, tienen el mérito de no envejecer: leídas ahora, resultan
tremendamente actuales. Desde luego, lo es en grado sumo Zipper y su padre, una de
las menos conocidas, recientemente editada en España (Acantilado, 2011).
De Zipper y su padre, publicada
originalmente en 1928, es impresionante, para mí, su puesta en escena de lo que
yo llamaría el paradigma de la abolición del padre. El padre de Arnold Zipper
es como es, y sin duda su figura negativa es un peso que grava
determinantemente sobre el hijo, pero al menos ha tenido un hijo. Zipper hijo, en
cambio, ya no será padre: como su propio creador, Joseph Roth, se casa pero no
tiene descendencia.
Sin hijos soy
más libre, se piensa a veces. Y naturalmente quien lo piensa es siempre un
hijo, porque se puede no ser padre, pero no se puede no ser hijo. El hijo
pródigo del evangelio, que vende las joyas de familia porque vive solo para el
hoy, el ahora y el yo, tiene en estos momentos, según parece, un buen número de
seguidores: hombres y mujeres obtusamente convencidos, en el fondo, de que la
historia se acabará el día en que alguien —no un hijo, claro— cierre la tapa
de su ataúd; remisos, por tanto, a comprometerse en algo que les pueda sobrevivir.
Arnold Zipper
sigue inconscientemente esa parábola, que en su caso tiene un final triste. Su
destino patético es el de un tipo de
personaje que Roth conocía bien y al que desesperadamente —vanamente—
pretendía exorcizar.
Al trasponer en
Zipper su propia historia, en efecto, Roth no solo es un observador agudo de sí
mismo (de su relación atormentada con su padre, de su problemático matrimonio,
de su miedo a la paternidad), sino un profeta angustiado pero clarividente: ese
clown llamado Arnold Zipper al que al final de su vida pagan por recibir golpes
es una premonición dramática de ese desecho de hombre, de ese bufón de la
bohemia parisina, crónicamente prófugo, endeudado y borracho, en que se
convertirá, en su último tramo de vida, Joseph Roth.