domenica 26 giugno 2011

Más sobre buenos y malos

Mientras escribía mi anterior post, ése en el que decía que no creo en las películas de buenos y malos, me estaba acordando justamente de una película: Historias mínimas, del argentino Carlos Sorin (2002). La vi hará cosa de cinco o seis años, y resultó que no era de buenos y malos. Pero lo increíble es que tampoco era sólo de malos.

Los que entiendan de cine sabrán explicar por qué esa película me gustó: cuáles eran sus puntos de fuerza y por qué me sedujeron; cuáles sus defectos y por qué no se me atravesaron. A mí lo que me llamó la atención es que era una road movie de ángeles de la guarda, una película en la que todos los personajes son buenos. Y pienso yo que ganarse al público con un planteamiento así tiene que ser muy difícil.

Ciertamente, hay mucha enjundia en esa cinta: a poco que uno se fije, se comprende que cada persona, animal y cosa tiene un significado propio a distintos niveles de lectura. Pero para mí Historias mínimas es fundamentalmente eso, una película de santos: una chica recoge en su coche, de madrugada, a un viejo vagabundo; un viajante de comercio se detiene a levantar el ánimo de un amigo fracasado; una anciana desconocida hace una obra maestra de repostería para el viajante, que quiere presentarse en San Julián con una sorpresa...

Los personajes de Historias mínimas, naturalmente, no lo han hecho todo bien en la vida, y lo saben: tienen conciencia de sus pasos en falso, de los amores que han dejado marchitar estúpidamente, de su mezquindad. Que todos somos buenos y todos somos malos es obvio, pero que nos lo recuerden no está de más.

Las historias mínimas son aquéllas y éstas, pero éstas quedan como en penumbra, apenas sugeridas. Contadas todas ellas con creatividad y simpatía, con un humor muy argentino, generan no sólo ternura, sino deseos de emulación, que a mí me parece una cosa muy interesante. Es difícil salir de ver la película sin ganas de ser una de esas personas buenas, tan del montón y a la vez cada una tan suya. No es verdad que sólo el mal, el pecado, la trasgresión, sea algo divertido y excitante en este mundo.

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